Finalizaba 1969 cuando tras cinco años de estudios, culminé la carrera de magisterio en el Colegio Inmaculada Concepción, de Romang, que por ese entonces estaba bajo la conducción de las Hermanas Terciarias Franciscanas. Aquella fue la última promoción de Maestros Normales Nacionales que ofreció la educación secundaria argentina.
Sin dudas que tal circunstancia se configura en un hecho histórico, porque ese cambio fue el epílogo de un valioso capítulo que marcó su impronta fundamental en la instrucción primaria del país. Ya nunca más las escuelas normales darían maestros al accionar educativo nacional, porque desde 1970 comenzó la graduación con el titulo de profesores de educación primaria.
Han pasado muchos años desde aquellos momentos irrepetibles, y a pesar de tanto tiempo trascurrido, no olvido que mi primera experiencia docente, la cumplí en la Escuela Primaria 545. Está aún fresco en mí mente aquel bautismo áulico que tuve el 11 de mayo de 1970, cuando la directora Celia Villalba Bittel me convocó para hacer un reemplazo de 15 días en 1º Grado C, a raíz de que su maestra titular Mirna Bieri se hallaba en uso de una corta licencia.
Dicha sección de grado funcionaba en el turno de la tarde, segmento del día que estaba conducido por Edelmira Wagner, vicedirectora del establecimiento. De esas dos semanas que estuve allí, recuerdo que la educadora Leonor Zanuttini, maestra que ocupa un lugar destacado en la historia educativa de esa casa, fue una diligente orientadora en aquellos momentos inaugurales de mi carrera. ¡Un gran recuerdo a tu memoria, querida gran maestra Negra Zanuttini!